Para los que no conocen ésta palabra, es un vocablo griego que básicamente significa comunión, asociación. En la Biblia está relacionada con la idea de compañerismo, el compañerismo que debe caracterizar la vida cristiana.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, por ej., nos relatan que después de la predicación de Pedro se añadieron a la iglesia como tres mil personas, y nos cuenta que “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” Tenían algo en común, el conocimiento del contenido del mensaje cristiano.
El compañerismo cristiano es práctico, es compartir de lo que se tenga con los menos afortunados.
También tenemos koinonia (compañerismo) en la fe. No somos elementos aislados, sino integrantes de una comunidad.
Hay koinonia en el espíritu. Vivimos en la presencia, compañía, ayuda y guía del Espíritu Santo.
Tenemos koinonia con Cristo. Pablo escribe que fuimos llamados a la comunión con Jesucristo. Aparte, cada vez que participamos de la Santa Cena, el pan y la copa son la koinonia del cuerpo y de la sangre de Cristo.
Por último, tenemos koinonia con Dios. Juan escribe que nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. También dice que Dios es luz, y para tener comunión con él debemos andar en luz y no en tinieblas. Este compañerismo está éticamente condicionado.
En resumen, koinonia es lo que liga a los cristianos unos con otros, con Cristo y con Dios.

Bueno, espero que se haya entendido, me despido hasta la próxima a lo Pablo...

“Eso es todo, queridos hermanos: me despido de ustedes pidiéndoles que estén alegres. Traten de ser mejores. Háganme caso. Pónganse de acuerdo unos con otros y vivan tranquilos. Y el Dios que nos ama y nos da paz, estará con ustedes. Salúdense unos a otros con un beso de hermanos. Todos en la iglesia les mandan saludos.
¡Que el Señor Jesucristo los bendiga!
¡Que Dios les muestre su amor!
¡Que el Espíritu Santo los acompañe siempre!”